Dicen en Apple que cada uno de los dispositivos que diseñan y realizan deben ser una extensión de nosotros mismos. Lo cuál no es difícil de visualizar en la calle al ver cada vez más personas con un teléfono inteligente a la punta de sus dedos, la profecía se ha cumplido pues cada uno de esos dispositivos efectivamente se han vuelto extensiones de nosotros mismos.
Cuando hablamos de Arquitectura, sucede algo similar, cada construcción, cada pieza de arquitectura si bien no es una extensión de nosotros, se busca convertirla en una extensión de la naturaleza que a su vez, nos proteja de ella pero cuidando hasta el último detalle por no perturbarla sino insertarse de la forma más transparente y sutil.
Bajo esta línea rectora es que los profesionales de Arquitectónica P+E aceptaron el reto de intervenir el Edificio del Centro de Investigación y Docencia Económicas, y como en homify nos encantan los retos de intervención, quisimos compartirlo contigo…
El Centro de Investigación y Docencia Económicas se localiza en un inmueble construido en la década de 1960, por lo que su conservación fue una de las necesidades primordiales en el proceso de intervención. Ante su crecimiento en personal y estudiantes, se hizo necesaria la adecuación de las oficinas de Dirección General, las cuales se encuentran ubicadas en la zona de Santa Fe, una zona en rápido desarrollo que a su vez trata de conservar su entorno tanto como se pueda.
Una solución usual ante el problema de las ampliaciones, es simplemente insertar un nuevo volumen sobre o junto al inmueble original. Esto no siempre da resultado, ¿un ejemplo? la ampliación del Royal Ontario Museum por Daniel Libeskind, habrá muchos que aprecien el eclecticismo como una forma de traer la vieja era a la nueva era, sin embargo hay formas menos abruptas de interrumpir.
Y es precisamente lo que los profesionales de Arquitectónica P+E evitaron a toda costa con gran éxito. Ante la necesidad de conservar la vegetación existente y expandirse, es que se buscó integrar las ampliaciones al terreno en la parte posterior del inmueble, respetando los árboles y los elementos existentes.
Buscando conjuntar dos estilos arquitectónicos, la funcionalidad de la década de 1960 y la practicidad y belleza de la modernidad, se amplia a base de dos volúmenes sólidos que se extienden hacia el terreno a desnivel.
Se recubren ambos volúmenes de madera y cristal en busca de aminorar la transgresión al entorno natural. Y se consigue, entre volúmenes, un vestíbulo triangular que une el inmueble existente con las nuevas instalaciones en un espacio de transición que es testigo de una exitosa conjunción de arquitecturas.
Dichos volúmenes se tornan en el espacio necesario para ubicar las nuevas oficinas de la dirección con una vista más que fascinante. Grandes ventanales permite el baño de luz natural que, además, propone en la mente de los usuarios una extensión infinita y un espacio que se abre.
Los dos volúmenes anexos, se extienden al terreno que abre de manera abrupta, pero se vuelan a ocho metros sobre el resto del terreno y se evita el tener que nivelarlo por lo que se cumple el objetivo de respetar y conservar árboles y vegetación existente, además de la escala de la calle que yace bajo ellos.
Como podemos apreciar, la intervención fue mayor pero gracias a un trabajo meticuloso, se siguió uno de los principios más importantes de la restauración de bienes, la de mantener la intervención lo más discreta posible para, aunque deba ser identificable, que no sea una interrupción a la unidad.
El Centro de Investigación y Docencia Económicas es un ejemplo exitoso de intervención práctica más no invasiva, funcional más no destructiva, bella y elegante más no aplastante.