Yo conozco ese lugar donde revientan las estrellas
yo conozco la escalera en espiral hacia la cúpula (fragmento de: Lo que sangra, Soda Stereo)
Tal vez podemos imaginar que para ERB Santiago aquella canción significo alguna inspiración a la hora de pensar esta obra que como bien nos cuenta el autor utiliza a la luz como tema central. Pero no menor es el dato de cómo hace ingresar a la luz dentro de su obra y como el sentido plástico transforma las cualidades del espacio y le da un significado que trasciende el uso para transformarse en un objeto que la califica: La Cúpula.
A veces una simple ampliación o una obra cualquiera puede cobrar singularidad a través de pensar en la composición que cualquier elemento puede ser ese que transforme toda la obra, que le de un significado, una particularidad.
Una terraza, una ampliación en una planta alta y la singularidad dada al espacio de la escalera, cerrando ese espacio con una cúpula que hace que toda la obra cobre valor a través de ella.
Pensada de manera facetada y no curvilínea (como pensaríamos en una primera imagen a una cúpula), esta se construye a partir de triangulos que se van sumando unos a otros para cerrar el espacio de una manera muy geométrica. Delicada en sus líneas de perfiles de hierro los vidrios hacen un extraño reflejo según como se la mire y se posicione el sol, dándole no solo singularidad a la construcción del objeto sino al efecto que genera en la luz que entra a través de él.
A partir de este detalle singular es que los demás elementos que componen la obra (en este caso las rejas que protegen las ventanas, es a lo que nos referimos) toman como referencia la construcción de la cúpula y descomponen su figura regular en triángulos, imprimiéndole a la obra una búsqueda coherente desde el lenguaje.
La importancia de este elemento integrador de la obra es tal que el espacio se califica a través de él. No sería lo mismo un estar en una planta alta sin esa estructura que la antecede. El espacio se torna singular e irrepetible y no se trata de la forma del mismo, sino de la impronta que le imprime al lugar a través de la luz.
En la planta inferior, el efecto es doblemente significativo, por como la luz se filtra sobre la estructura y califica el lugar con luces y sombras. Por el efecto que causa en el color de los peldaños. El cielo se precipita sobre el espacio.
A partir de esta singularidad proyectual, se logra no solo la singularidad desde el objeto que le pone nombre mismo a la obra (porque la obra pasa a sintetizarse a través del objeto) y sus rasgos constructivos, sino en el efecto que provoca al calificar al lugar a través del elemento fundamental: la luz. Es esta la que califica el espacio, la que hace que los colores se enfaticen, que los volúmenes se recorten en luces y sombras.
A todo esto hay que sumarle que el propio objeto provoca una calificación particular a través de su composición geométrica que ante la vista esa geometría se trastoca de manera surrealista, y se transforma la imagen de manera curva, irreal.
Tan irreal como pensar que todos conocemos ese lugar, y que como en un sueño Gustavo Cerati escribía: es amor lo que sangra, desde el cielo en la cúpula.
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